viernes, 25 de febrero de 2011

SANTO LUÍS VERSIGLIA (1873-1930)

Beatificado el 15-5-83
Canonizado el 1-10-2000

Veterinario o sacerdote?

Luis nació en Oliva Gessi (Pavia) el 5 de junio de 1873. Desde su más temprana edad, solía ayudar a Misa, tanto que la gente ya pensaba que sería sacerdote. Pero Luis no quería escuchar hablar de eso, porque él quería ser veterinario.

El Salesiano

A los 12 años quedó encantado con Don Bosco, quien lo fascinó tanto que quiso cambiar de idea.  En 1888, poco después de la muerte de Don Bosco, Luis quedó muy impresionado con la ceremonia donde siete misioneros recibieron su cruz para la misión y decidió convertirse en un Salesiano, con la esperanza de ir a las misiones.

El sacerdote

Logró un título en filosofía, y pronto estuvo preparado para la ordenación sacerdotal, la que tuvo lugar en 1895.  A los 23 años, Don Rua lo designó como director de novicios en Genzano, Roma, una labor que llevó a cabo durante 10 años con bondad, firmeza y paciencia.

Misionero en China

Después de mucha insistencia por parte del obispo de Macao, en 1906 llegaron a China seis Salesianos, liderados por P. Versiglia.  De esa forma, se cumplía una profecía de Don Busco.  En Macao, él instaló la “casa madre” salesiana y también abrió una misión en Heungchow.  Fr. Luis le dio vida a la zona, tal como Don Bosco lo hubiera hecho, creando una banda de música, que fue muy apreciada, y abriendo orfelinatos y oratorios.

Obispo ejemplar

En 1918, los Salesianos recibieron la misión de Shiuchow de parte del Vicario Apostólico de Canton, y el 9 de enero de 1921, Fr. Versiglia fue consagrado su obispo.  Sabio, infatigable y pobre, constantemente visitaba y daba ánimo a los cofrades y cristianos de su diócesis. Cuando llegaba a las aldeas, especialmente los niños, organizaban una fiesta. Era un verdadero pastor, totalmente dedicado a su rebaño.  Le dio al Vicariato una estructura sólida, con su propio seminario y casa de formación.  Planificó residencias y hospitales para los adultos mayores y los necesitados.
Se ocupó muy cuidadosamente de la formación de catequistas.  En sus notas escribió:  “El misionero que no está unido a Dios es un canal separado de su fuente”.  “El misionero que ora mucho logra mucho”.  Como Don Bosco, fue un ejemplo de trabajo y moderación.  Entre tanto, la situación política en China se había vuelto muy tensa, especialmente para los Cristianos y los misioneros extranjeros.  Empezaron las persecuciones.

Martirio

El 13 de febrero de 1930, junto con Fr. Caravario, el obispo fue a Shiuchow en una visita pastoral a la misión de Linchow.  Algunos niños y niñas fueron con ellos; habían estado estudiando en Shiuchow.  El 25 de febrero, un grupo de piratas bolcheviques detuvo el bote del obispo, con la intención de llevarse a las niñas.  El obispo y Fr. Caravario los obstruyeron con todas las fuerzas que pudieron.  Fueron llevados a la fuerza y finalmente fusilados.  Antes de que fueran asesinados, cada uno se confesó con el otro.  El último suspiro fue por su querida China.  
En 1976, Pablo VI los declaró mártires, en 1983 Juan Pablo II los declaró Beatos y el 1º de octubre de 2000 los canonizó.

martes, 22 de febrero de 2011

Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Cuaresma 2011


«Con Cristo sois sepultados en el Bautismo, con él también habéis resucitado» (cf. Col 2, 12)

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma, que nos lleva a la celebración de la Santa Pascua, es para la Iglesia un tiempo litúrgico muy valioso e importante, con vistas al cual me alegra dirigiros unas palabras específicas para que lo vivamos con el debido compromiso. La Comunidad eclesial, asidua en la oración y en la caridad operosa, mientras mira hacia el encuentro definitivo con su Esposo en la Pascua eterna, intensifica su camino de purificación en el espíritu, para obtener con más abundancia del Misterio de la redención la vida nueva en Cristo Señor (cf. Prefacio I de Cuaresma).

1. Esta misma vida ya se nos transmitió el día del Bautismo, cuando «al participar de la muerte y resurrección de Cristo» comenzó para nosotros «la aventura gozosa y entusiasmante del discípulo» (Homilía en la fiesta del Bautismo del Señor, 10 de enero de 2010). San Pablo, en sus Cartas, insiste repetidamente en la comunión singular con el Hijo de Dios que se realiza en este lavacro. El hecho de que en la mayoría de los casos el Bautismo se reciba en la infancia pone de relieve que se trata de un don de Dios: nadie merece la vida eterna con sus fuerzas. La misericordia de Dios, que borra el pecado y permite vivir en la propia existencia «los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Flp 2, 5) se comunica al hombre gratuitamente.

El Apóstol de los gentiles, en la Carta a los Filipenses, expresa el sentido de la transformación que tiene lugar al participar en la muerte y resurrección de Cristo, indicando su meta: que yo pueda «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos» (Flp 3, 10-11). El Bautismo, por tanto, no es un rito del pasado sino el encuentro con Cristo que conforma toda la existencia del bautizado, le da la vida divina y lo llama a una conversión sincera, iniciada y sostenida por la Gracia, que lo lleve a alcanzar la talla adulta de Cristo.

Un nexo particular vincula al Bautismo con la Cuaresma como momento favorable para experimentar la Gracia que salva. Los Padres del Concilio Vaticano II exhortaron a todos los Pastores de la Iglesia a utilizar «con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal» (Sacrosanctum Concilium, 109). En efecto, desde siempre, la Iglesia asocia la Vigilia Pascual a la celebración del Bautismo: en este Sacramento se realiza el gran misterio por el cual el hombre muere al pecado, participa de la vida nueva en Jesucristo Resucitado y recibe el mismo espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos (cf. Rm 8, 11). Este don gratuito debe ser reavivado en cada uno de nosotros y la Cuaresma nos ofrece un recorrido análogo al catecumenado, que para los cristianos de la Iglesia antigua, así como para los catecúmenos de hoy, es una escuela insustituible de fe y de vida cristiana: viven realmente el Bautismo como un acto decisivo para toda su existencia.

2. Para emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del Señor —la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico—, ¿qué puede haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por esto la Iglesia, en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo y en la entrega más plena a él.

El primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia fragilidad para acoger la Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en Cristo, camino, verdad y vida (cf. Ordo Initiationis Christianae Adultorum, n. 25). Es una llamada decidida a recordar que la fe cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha «contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en el cual el diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.

El Evangelio de la Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1), para acoger nuevamente en Cristo, como hijos en el Hijo, el don de la gracia de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5). Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal (cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.

La petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se lee en la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las célebres palabras de san Agustín.

El domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre a vivir como «hijo de la luz».

Cuando, en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él. La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza.

El recorrido cuaresmal encuentra su cumplimiento en el Triduo Pascual, en particular en la Gran Vigilia de la Noche Santa: al renovar las promesas bautismales, reafirmamos que Cristo es el Señor de nuestra vida, la vida que Dios nos comunicó cuando renacimos «del agua y del Espíritu Santo», y confirmamos de nuevo nuestro firme compromiso de corresponder a la acción de la Gracia para ser sus discípulos.

3. Nuestro sumergirnos en la muerte y resurrección de Cristo mediante el sacramento del Bautismo, nos impulsa cada día a liberar nuestro corazón del peso de las cosas materiales, de un vínculo egoísta con la «tierra», que nos empobrece y nos impide estar disponibles y abiertos a Dios y al prójimo. En Cristo, Dios se ha revelado como Amor (cf. 1 Jn 4, 7-10). La Cruz de Cristo, la «palabra de la Cruz» manifiesta el poder salvífico de Dios (cf. 1 Co 1, 18), que se da para levantar al hombre y traerle la salvación: amor en su forma más radical (cf. Enc. Deus caritas est, 12). Mediante las prácticas tradicionales del ayuno, la limosna y la oración, expresiones del compromiso de conversión, la Cuaresma educa a vivir de modo cada vez más radical el amor de Cristo. El ayuno, que puede tener distintas motivaciones, adquiere para el cristiano un significado profundamente religioso: haciendo más pobre nuestra mesa aprendemos a superar el egoísmo para vivir en la lógica del don y del amor; soportando la privación de alguna cosa —y no sólo de lo superfluo— aprendemos a apartar la mirada de nuestro «yo», para descubrir a Alguien a nuestro lado y reconocer a Dios en los rostros de tantos de nuestros hermanos. Para el cristiano el ayuno no tiene nada de intimista, sino que abre mayormente a Dios y a las necesidades de los hombres, y hace que el amor a Dios sea también amor al prójimo (cf. Mc 12, 31).

En nuestro camino también nos encontramos ante la tentación del tener, de la avidez de dinero, que insidia el primado de Dios en nuestra vida. El afán de poseer provoca violencia, prevaricación y muerte; por esto la Iglesia, especialmente en el tiempo cuaresmal, recuerda la práctica de la limosna, es decir, la capacidad de compartir. La idolatría de los bienes, en cambio, no sólo aleja del otro, sino que despoja al hombre, lo hace infeliz, lo engaña, lo defrauda sin realizar lo que promete, porque sitúa las cosas materiales en el lugar de Dios, única fuente de la vida. ¿Cómo comprender la bondad paterna de Dios si el corazón está lleno de uno mismo y de los propios proyectos, con los cuales nos hacemos ilusiones de que podemos asegurar el futuro? La tentación es pensar, como el rico de la parábola: «Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años... Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma"» (Lc 12, 19-20). La práctica de la limosna nos recuerda el primado de Dios y la atención hacia los demás, para redescubrir a nuestro Padre bueno y recibir su misericordia.

En todo el período cuaresmal, la Iglesia nos ofrece con particular abundancia la Palabra de Dios. Meditándola e interiorizándola para vivirla diariamente, aprendemos una forma preciosa e insustituible de oración, porque la escucha atenta de Dios, que sigue hablando a nuestro corazón, alimenta el camino de fe que iniciamos en el día del Bautismo. La oración nos permite también adquirir una nueva concepción del tiempo: de hecho, sin la perspectiva de la eternidad y de la trascendencia, simplemente marca nuestros pasos hacia un horizonte que no tiene futuro. En la oración encontramos, en cambio, tiempo para Dios, para conocer que «sus palabras no pasarán» (cf. Mc 13, 31), para entrar en la íntima comunión con él que «nadie podrá quitarnos» (cf. Jn 16, 22) y que nos abre a la esperanza que no falla, a la vida eterna.

En síntesis, el itinerario cuaresmal, en el cual se nos invita a contemplar el Misterio de la cruz, es «hacerme semejante a él en su muerte» (Flp 3, 10), para llevar a cabo una conversión profunda de nuestra vida: dejarnos transformar por la acción del Espíritu Santo, como san Pablo en el camino de Damasco; orientar con decisión nuestra existencia según la voluntad de Dios; liberarnos de nuestro egoísmo, superando el instinto de dominio sobre los demás y abriéndonos a la caridad de Cristo. El período cuaresmal es el momento favorable para reconocer nuestra debilidad, acoger, con una sincera revisión de vida, la Gracia renovadora del Sacramento de la Penitencia y caminar con decisión hacia Cristo.

Queridos hermanos y hermanas, mediante el encuentro personal con nuestro Redentor y mediante el ayuno, la limosna y la oración, el camino de conversión hacia la Pascua nos lleva a redescubrir nuestro Bautismo. Renovemos en esta Cuaresma la acogida de la Gracia que Dios nos dio en ese momento, para que ilumine y guíe todas nuestras acciones. Lo que el Sacramento significa y realiza estamos llamados a vivirlo cada día siguiendo a Cristo de modo cada vez más generoso y auténtico. Encomendamos nuestro itinerario a la Virgen María, que engendró al Verbo de Dios en la fe y en la carne, para sumergirnos como ella en la muerte y resurrección de su Hijo Jesús y obtener la vida eterna.



Vaticano, 4 de noviembre de 2010

BENEDICTUS PP XVI



Pedro es la piedra donde se edifica la Iglesia



Celebramos hoy, con la Iglesia universal, la fiesta de la Cátedra de San Pedro. La palabra cátedra es de origen griego y significa sede. Es el sitio ocupado por un maestro autorizado para la enseñanza.

Así, cuando se habla de una decisión “ex cátedra” del Papa, se trata de una decisión en la que el Sumo Pontífice habla como maestro universal de la Iglesia.

San Pedro, en el Evangelio de hoy, recibe una gran tarea: Jesús lo elige primer papa de la Iglesia. Y le explica su misión por medio de dos símbolos: la piedra y las llaves:


1. La piedra

Pedro es LA PIEDRA, sobre la cual se edificará la Iglesia, la comunidad del pueblo de Dios. La Iglesia es como una construcción, que se edifica a partir de los cimientos. Y el cimiento, una vez colocado, debe quedar ahí para que el edificio no se venga abajo.

Pedro y sus sucesores, los Papas, son el fundamento visible de la construcción. Porque el fundamento invisible es el mismo Señor Jesucristo. Y ese doble cimiento es la garantía de la victoriosidad de la Iglesia a través de los siglos.


2. Las llaves


La otra imagen con la cual Jesús le explica a Pedro su tarea, es la de LAS LLAVES. Simboliza la autoridad sobre la casa, la potestad de disponer, de dejar entrar y de echar de la casa.

Así Pedro es nombrado mayordomo en el Reino de Dios. Sus decisiones realizadas en la tierra, quedan ratificadas en el cielo. Pedro, y con él sus sucesores, son intermediarios indispensables para el acceso normal al Reino de los Cielos. Cristo es la cabeza de la Iglesia, pero los Papas son sus vicarios, sus representantes visibles en la tierra.

La primera lectura de hoy, I Pedro 5,1-4, nos habla de otro aspecto de la tarea de San Pedro: él es el pastor del rebaño de Dios. Y allí se nos insinúa un tercer símbolo:



3. El cayado

Se trata del CAYADO DEL PASTOR. El bastón que es guía y sostén del pastor durante sus interminables recorridos. Como bastón de mando o báculo del Papa es signo de poder y autoridad. Cristo, al volver al Padre, no pensó dejar al frente de los suyos un “líder” o un “director”, sino un pastor, tal como él lo había sido. Por eso pasó a Pedro su cayado pastoral, para que lo lleve hasta su muerte y lo legue, a su vez, a sus sucesores. Y es así como nació el papado.

Y no se le encargó a Pedro esta tarea en premio a su santidad, ni porque fuera mejor que los demás apóstoles. El papel de Pedro se debe únicamente a la voluntad amorosa de Cristo. Y lo mismo sus sucesores que continúan esa misión de pastoreo encomendada por Jesús.

Ésta es la razón por la que las ovejas de hoy nos sentimos ligadas al Pedro actual.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Reliquias de Don Bosco están en Japón


Tokio (Miércoles, 16-02-2011, Gaudium Press) Las reliquias de Don Bosco están desde el día 31 de enero en Japón, dando continuidad al trayecto asiático de su peregrinación mundial en conmemoración a los 150 años de la Familia Salesiana y al bicentenario de nacimiento de Don Bosco. El pasado domingo, el obispo salesiano Mons. Francis Xavier Osamu Mizobe presidió una solemne eucaristía en la Parroquia de Meguro-Salesio, en Tokio, por la presencia de las reliquias.

 
Para facilitar la veneración por parte de los fieles locales, fue acordado con la inspectoría salesiana que las reliquias fuesen incluidas en una estatua del santo, representando Don Bosco junto a dos niños. La estatua, en ‘vitroresina', fue diseñada y realizada por el escultor trentino Mauro Baldessari, y mide 96cm por 86cm de base. Tiene 1,60 metros de altura y pesa solo 70 kilos. Dentro de la estatua, anclada a la base, en una caja fuerte, se guarda el antebrazo de Don Bosco.

 
La peregrinación oficial en Japón tuvo inicio el día 2 de febrero, en la Casa de inspectoría de los salesianos, en Tokio. En seguida, la imagen pasó por Osaka, Miyazáki -donde más de mil alumnos de la escuela salesiana de la ciudad cantaron la "misa de angelis" en honor a Don Bosco- , Oita (ciudad donde fue celebrada una misa solemne en inglés para los estudiantes de la "Asia University") y Nagasaki.
El día 8, fue recibida en una escuela en Omura y al día siguiente, la imagen llegó a Osaka. Ya en Hamamatsu, sede de una gran comunidad de inmigrantes, sobretodo brasileños y filipinos, la imagen con las reliquias de Don Bosco fue llevada en procesión desde el Centro parroquial hasta la Parroquia. Fue grande la participación de los fieles, revela la Agencia Salesiana, tanto en la misa en la parroquia como en las confesiones administradas en japonés, portugués, español e inglés.
Después de visita a la escuela de las FMA, de Shizuoka Salesio, y a la Parroquia de Saginuma, el 12 de febrero la imagen con las reliquias volvieron a Tokio.

La peregrinación de las reliquias

Las reliquias de Don Bosco, que peregrinan en la réplica del cuerpo incorrupto del santo, están recorriendo 132 países, en conmemoración a los 150 años de la Familia Salesiana y al bicentenario del nacimiento de Don Bosco, que ocurrirá en el 2015. El inicio de la peregrinación mundial fue en el mes de abril de 2009, en Turín, Italia, donde también concluirá el día 16 de agosto de 2015, fecha en que serán celebrados oficialmente los 200 años de nacimiento de Don Bosco.

Desde entonces, la reliquia ya pasó por diversos países de Europa, América y algunos países del Este Asiático.

Don Bosco

Nació el día 16 de agosto de 1815, en la pequeña aldea de los "Becchi", en Piemonte, norte de Italia. Quedó huérfano de padre a los dos años de edad y fue criado por su madre, Margarida Occhiena. A los nueve años tuvo un sueño que guió toda la trayectoria de su vida: cuidar de la juventud abandonada y pobre.

En 1859, con los religiosos y educadores que actuaban en el Oratorio, fundó la Sociedad de San Francisco de Sales, la Congregación Salesiana. Más tarde, en 1872, junto con María Dominga Mazzarello (Santa María Mazzarello), creó el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora y, en 1869, fundó la Asociación de los Salesianos Cooperadores.

Don Bosco es considerado patrono de la educación y su sistema, llamado Sistema Preventivo, puede ser aplicado a todas las situaciones educativas que envuelvan a niños y jóvenes.



miércoles, 9 de febrero de 2011

BEATA EUSEBIA PALOMINO (1899-1935)



Inicio del Proceso: 12 - 04 - 1982

Venerable: 17 - 12 - 1996

Beatificada el 25 de april 2004


Una pequeña niña en Salamanca

Eusebia Palomino Yenes nació en Cantalpino, en la provincia de Salamanca, al oeste de España, el 15 de diciembre de 1899. La familia de Agustin Palomino era muy pobre. Él era un hombre de fe. En cierta época del año, Eusebia y su padre tenían que salir a pedir limosna a los pueblos cercanos, pero lo hacían con alegría y con una fe llamativa.

Aprendiendo de su padre

En esos largos viajes, Agustín le inculcó a su hija la fe y ella demostró su interés en aprender los misterios de Nuestro Señor. Eusebia trabajaba, rezaba y quería a su familia. El día de su Primera Comunión Eusebia lo vivió intensamente. Poco después fue empleada para ayudar a una familia pudiente. Ella no dejó de prestar atención a su crecimiento como adolescente, poniendo su amistad con Jesús en el primer lugar.

Como ayudante de cocina con las Hermanas

Fue enviada a Salamanca, primero a hacerse cargo de los niños y después como asistente del albergue. Ella quería en realidad se Hermana. Un día, mientras trabajaba con la azada, encontró una medalla de María Auxiliadora. Poco tiempo después una misteriosa amiga la llevó al Oratorio de las Hermanas. La invitaron a quedarse allí como ayudante. Cosa rara, la cocina fue su lugar para educarse y a menudo iban a la cocina para obtener una palabra amable de esta chica de la cocina, joven e ignorante.

Finalmente, Hermana Salesiana

La Madre Vicaria fue a Salamanca y la aceptó como postulante. Eusebia hizo su noviciado en Barcelona, donde ejemplificó a sus compañeras con su humildad y su sonrisa. Se convirtió en Hija de María Auxiliadora en 1924 y fue enviada a Valverde del Camino como cocinera y ayudante doméstica. Empezó a llevar a cabo su trabajo ordinario extraordinariamente igual a como Don Bosco quería, tanto que el Señor la llenó de dones.

Las niñas atraídas por su espiritualidad

Las niñas siempre querían estar cerca de ella, atraídas por su espiritualidad. Empezó a trabajar en el Oratorio. Seminaristas, adultos y sacerdotes solicitaban su consejo, animados por su espíritu de oración y por su fe convincente. Ella difundió la devoción a las Llagas Sagradas del Señor y a la llamada “esclavitud Mariana” de San Luis M. Grignion de Montfort. Se ha hablado de muchas cosas maravillosas que le sucedieron durante su vida.

Profeta

Como Don Bosco, había recibido del Señor el don de la profecía. Predijo la guerra civil española y se ofreció a sí misma con una víctima por España. A partir de entonces se empezó a sentir mal. Su Directora, Sor Carmen Moreno, que fuera Mártir y Beata, la cuidó mientras se preocupaba por su situación. Sor Eusebia le profetizó su martirio.

Visiones y muerte

Antes de morir tuvo visiones y éxtasis. Fue hacia el Señor el 10 de febrero de 1933. Juan Pablo II la declaró Beata el 25 de abril de 2004. Su cuerpo descansa en Valverde.

jueves, 3 de febrero de 2011

Orientar con pasión a todos a la vida buena del Evangelio, pide el Papa a consagrados



VATICANO, 03 Feb. 11 (ACI/EWTN Noticias).-Al presidir ayer las vísperas en la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo, el Papa Benedicto XVI alentó a los consagrados a ser luz para el mundo que oriente con pasión y sabiduría a todos hacia la vida buena del Evangelio de Cristo.

En la Basílica de San Pedro el Papa señaló que "la Presentación de Jesús en el templo constituye una imagen elocuente de la entrega total de la propia vida para aquellos hombres y mujeres que están llamados a reproducir en la Iglesia mediante los consejos evangélicos, los rasgos más característicos de Jesús, virgen, pobre y obediente".

"Por eso, el venerable Juan Pablo II escogió esta fiesta para celebrar la anual Jornada de la Vida Consagrada".

Benedicto XVI propuso tres motivos de reflexión sobre la Presentación. En primer lugar, "la imagen evangélica de la Presentación de Jesús en el templo contiene el símbolo fundamental de la luz; la luz que partiendo de Cristo se irradia sobre María y José, sobre Simeón y Ana y, a través, de ellos, sobre todos".

"Los Padres de la Iglesia han ligado esta irradiación al camino espiritual. La vida consagrada expresa ese camino, de forma especial como amor por la belleza divina, reflejo de la bondad de Dios".

En segundo lugar, esa imagen "manifiesta la profecía, don del Espíritu Santo. Simeón y Ana, al contemplar al Niño Jesús, entreven su destino de muerte y resurrección para la salvación de todas las gentes y anuncian ese misterio como salvación universal".

"La vida consagrada está llamada a ese testimonio profético, ligado a su doble actitud, contemplativa y activa. A los consagrados y consagradas se les ha dado manifestar el primado de Dios, la pasión por el Evangelio practicado como forma de vida y anunciado a los pobres y a los últimos de la tierra".

En tercer lugar, la Presentación "manifiesta la sabiduría de Simeón y Ana, la sabiduría de una vida dedicada completamente a la búsqueda del rostro de Dios, de sus signos, de su voluntad, una vida dedicada a la escucha y al anuncio de su Palabra".

El Papa exhortó a los consagrados y consagradas a ser "oyentes asiduos de la Palabra, porque toda sabiduría de vida nace de la Palabra del Señor. El Espíritu Santo, gracias al cual fue escrita la Biblia es el mismo que ilumina de luz nueva la Palabra de Dios a los fundadores y fundadoras. De ella brota todo carisma y de ella toda regla quiere ser expresión, dando origen a itinerarios de vida cristiana marcados por la radicalidad evangélica".

"Hoy vivimos, sobre todo en las sociedades más desarrolladas, una condición marcada a menudo por una pluralidad radical, por una marginación progresiva de la religión de la esfera pública, por un relativismo que toca los valores fundamentales".

Finalmente el Papa dijo que "todo ello exige que nuestro testimonio cristiano sea luminoso y coherente y que nuestro esfuerzo educativo sea siempre atento y generoso. Orientad con la sabiduría de vuestra vida y con la confianza en las posibilidades inagotables de la verdadera educación, la inteligencia y el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo hacia la vida buena del Evangelio".

miércoles, 2 de febrero de 2011

Vida consagrada es don precioso para la Iglesia, dice Benedicto XVI



Al finalizar la catequesis sobre Santa Teresa de Ávila, el Papa Benedicto XVI señaló que la vida consagrada es un don precioso para la Iglesia y pidió rezar por quienes han entregado su vida por completo a Dios.

En su saludo en polaco en el Aula Pablo VI este miércoles, el Santo Padre señaló que "hoy la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada. Encomiendo a vuestras oraciones a los que haciendo votos de pobreza, castidad y obediencia tienden a la santidad, poniéndose al servicio de los niños, de los jóvenes, de las personas enfermas, ancianas y solas".

"Les damos las gracias por sus oraciones y por las tareas que desempeñan en las parroquias, los hospitales, las casas de reposo y las escuelas".

El Papa resaltó que el servicio de los consagrados y consagradas "es un don particularmente precioso para la Iglesia. Bendigo de todo corazón a todos los que viven siguiendo los consejos evangélicos".

Hablando luego en italiano, Benedicto XVI saludó "con afecto a los religiosos, religiosas y todas las personas consagradas en esta jornada que está dedicada de modo especial a la vida consagrada, en la fiesta litúrgica de la Presentación de Jesús al Templo".

"Queridos hermanos y hermanas -concluyó- bendigo de corazón a cada uno de vosotros y vuestro camino en la Iglesia".

El Papa propone a santa Teresa de Jesús como “maestra espiritual” hoy



CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 2 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI quiso proponer hoy a la santa española Teresa de Ávila, como ejemplo de vida “fascinante” y “maestra espiritual” para los cristianos hoy.

Comenzó así hoy un recorrido, como él mismo anunció a los peregrinos congregados en el Aula Pablo VI para la audiencia de los miércoles, por la vida de los doctores de la Iglesia, algunos de los cuales ya ha hablado durante su ciclo de teólogos medievales.

Teresa de Ávila, afirmó el Papa, “representa una de las cumbres de la espiritualidad cristiana de todos los tiempos”.

Citando la autobiografía de la santa española (Libro de la Vida), Benedicto XVI recorrió su vida desde los deseos de martirio de su niñez, su adolescencia y juventud llena de distracciones, su conflicto interior en medio de las enfermedades y, finalmente, su conversión y sus experiencias místicas.
“Paralelamente a la maduración de su propia interioridad, la Santa comienza a desarrollar de forma concreta el ideal de reforma de la Orden Carmelita”, explicó el Papa, aludiendo a la importante reforma del Carmelo llevada a cabo por Teresa.

La existencia de Teresa de Ávila, aunque transcurrió en España, subrayó, estuvo “empeñada por toda la Iglesia”, hecho por el cual fue proclamada Doctora de la Iglesia por Pablo VI en 1970.

“Teresa de Jesús no tenía una formación académica, pero siempre atesoró enseñanzas de teólogos, literatos y maestros espirituales. Como escritora, se atuvo siempre a lo que personalmente había vivido o había visto en la experiencia de otros”, explicó el Papa.
Asimismo, aludió a su “amistad espiritual con muchos santos, en particular con san Juan de la Cruz”, así como su aprecio por los Padres de la Iglesia, san Jerónimo, san Gregorio Magno, san Agustín”.

Aparte de la autobiografía, el Papa destacó Camino de Perfección, en el que “propone un intenso programa de vida contemplativa al servicio de la Iglesia, a cuya base están las virtudes evangélicas y la oración”, y su obra mística más conocida, Castillo interior.

En esta última, Teresa “se remite a la estructura de un castillo con siete estancias, como imágenes de la interioridad del hombre”, inspirándose “en la Sagrada Escritura, en particular en el Cantar de los Cantares”.

 
Entre las enseñanzas de la santa el Papa destaca “el desapego de los bienes o pobreza evangélica (y esto nos concierne a todos); el amor de unos a otros como elemento esencial de la vida comunitaria y social; la humildad como amor a la verdad; la determinación como fruto de la audacia cristiana; la esperanza teologal, que describe como sed de agua viva”.
En las enseñanzas de Teresa están también “las virtudes humanas: afabilidad, veracidad, modestia, cortesía, alegría, cultura”.
“En segundo lugar, santa Teresa propone una profunda sintonía con los grandes personajes bíblicos y la escucha viva de la Palabra de Dios”, así como la oración como algo “esencial”: para la santa, rezar significa “frecuentar con amistad, pues frecuentamos de tu a tu a Aquel que sabemos que nos ama”.

“Otro tema querido a la Santa es la centralidad de la humanidad de Cristo. Para Teresa, de hecho, la vida cristiana es relación personal con Jesús, que culmina en la unión con Él por gracia, por amor y por imitación”, así como “la perfección, como aspiración de toda la vida cristiana y meta final de la misma”.

Por ello, afirmó el Papa a los presentes, “santa Teresa de Jesús es verdadera maestra de vida cristiana para los fieles de todo tiempo. En nuestra sociedad, a menudo carente de valores espirituales, santa Teresa nos enseñan a ser testigos incansables de Dios, de su presencia y de su acción”.