miércoles, 10 de noviembre de 2010

LA SANTIDAD CONSISTE EN ESTAR ALEGRES SEGUN EL CARISMA SALESIANO

Madre Mazzarello Santa Salesiana repetía constantemente que "La Alegría brota de un corazón que Ama profundamente al Señor". Ella había experimentado desde niña que la Alegría no es una experiencia más, es algo que brota del destino final del hombre que consiste en glorificar a Dios y disfrutar de El para siempre.

"Siento el deseo, la necesidad de hacerme santo; nunca me hubiera imaginado yo que pudiese llegar a serlo con tanta facilidad; pero ahora que he visto que se puede lograrlo estando alegre, quiero absolutamente hacerme santo". Esto decía Domingo Savio, podemos notar en sus palabras el asombro al descubrir que la santidad no es algo extraordinario, sino un camino de sencillez, humildad, alegría y fe. Nuestra fe en Dios Padre es siempre fuente inagotable de alegría porque Dios es Padre de la Alegría. Ojala y como Domingo Savio, queramos absolutamente hacernos santos.

"El fundamento último de la alegría es el amor. Dios ama: por eso es capaz de reír. Dios ríe en los que aman y en los que dan. Como en el fondo del valle, da el mirto su fragancia al espacio. A través de las manos de los que son como ellos, Dios habla y, desde el fondo de sus ojos, El sonríe sobre la tierra". Khalil Gilbran. La pregunta es: Sonríe Dios a nuestros hermanos, amigos y familiares desde el fondo de nuestros ojos? Dios ama, por eso es capaz de reír…. Y nosotros?

Uno de los caminos que José Luis Martín Descalzo indica para descubrir la felicidad es: Descubrir que Dios es alegre, que una religiosidad que atenaza o estrecha el alma no puede ser la verdadera, porque Dios o es el Dios de la vida o es un ídolo.

"Razones para la alegría". Si Dios es amor, es también humor. Si Dios fuera triste, ¡qué triste Dios! Por eso como contraparte, San Francisco de Sales decía: Un Santo triste es un triste Santo!, y animaba a los demás a esforzarse por alcanzar la santidad, diciendo: "La santidad se encuentra en el camino que nos abre cada uno de nuestros días, en que se ofrecen a nosotros, con atractivo desigual, los deberes de nuestra vida cotidiana.

No olvidemos a la Causa de Nuestra Alegría: María, que nos dice: "Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador".

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