VATICANO , 09 Mar. 11 / 10:38 am (ACI/EWTN Noticias)
En la Audiencia General de esta mañana el Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a esforzarse en Cuaresma -que se inicia hoy con el Miércoles de Ceniza- por convertirse cada vez más a Cristo a través de la liturgia y la práctica intensa del ayuno, la oración y la limosna.
Ante los 7 000 fieles presentes en el Aula Pablo VI en el Vaticano, el Santo Padre se refirió al símbolo de la imposición de las cenizas que son "un signo que nos recuerda nuestra condición de criaturas, nos invita a la penitencia y a intensificar nuestros esfuerzos para convertirnos y seguir cada vez más al Señor".
El Santo Padre afirmó que "la Cuaresma es un camino, es acompañar a Jesús que sube a Jerusalén, lugar de la realización del misterio de su pasión, muerte y resurrección; nos recuerda que la vida cristiana es un 'camino' por recorrer, que consiste no tanto en una ley que cumplir sino en la persona de Cristo, a quien hay que encontrar, conocer y seguir".
"Sobre todo la liturgia, la participación en los sagrados misterios, nos llevan a emprender este camino con el Señor, reviviendo los acontecimientos que nos trajeron la salvación, pero no como una simple conmemoración, como un recuerdo de cosas pasadas".
"Hay una palabra clave que se repite con frecuencia en la liturgia para indicar esto: la palabra 'hoy', que debe entenderse en el sentido original y concreto, no metafórico. Hoy Dios nos revela su ley y nos da a elegir entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte".
El Papa dijo además que "Hoy el Cristo que murió en el Calvario y resucitó de entre los muertos, ha subido al Cielo y está sentado a la derecha del Padre, hoy se nos ha dado el Espíritu Santo, hoy es tiempo favorable. Participar en la Liturgia significa entonces sumergir la propia vida en el misterio de Cristo, en su permanente presencia, recorrer un camino en el que entramos en su muerte y resurrección para tener vida".
En los domingos de Cuaresma, prosiguió, se vive un "itinerario bautismal para hacer que nuestras vidas recuperen las exigencias y los compromisos adquiridos con este sacramento, que es la base de nuestra vida cristiana".
El primero, "llamado Domingo de la tentación porque presenta las tentaciones de Jesús en el desierto, nos invita a renovar nuestra decisión definitiva de Dios y afrontar con valentía la lucha que nos espera para permanecer fieles".
El segundo domingo es el de Abraham y la Transfiguración y "como Abraham, padre de los creyentes, nosotros también estamos invitados a salir de nuestra tierra, a dejar la seguridad que hemos construido, para poner nuestra confianza en Dios. La meta ya se entrevé en la transfiguración de Cristo, el Hijo amado, en el que también nosotros nos convertimos en 'hijos de Dios'".
En el tercer domingo está la Samaritana: "como Israel en el Éxodo también nosotros recibimos en el bautismo el agua que salva. Jesús dice a la Samaritana que tiene un agua de vida, que apaga cualquier sed: un agua que es su mismo espíritu".
"El cuarto domingo nos hace reflexionar sobre la experiencia del ciego de nacimiento. En el Bautismo somos liberados de las tinieblas del mal y recibimos la luz de Cristo para vivir como hijos de la luz".
"Por último, el quinto domingo presenta la resurrección de Lázaro. En el Bautismo hemos pasado de la muerte a la vida y nos volvemos capaces de agradar a Dios, de hacer que muera el hombre viejo para vivir del Espíritu del Resucitado".
El itinerario de la Cuaresma, explicó luego el Pontífice, se caracteriza por el ayuno, la limosna y la oración. "El ayuno significa la ausencia de alimento, pero comprende otras formas de privación para una vida más sobria. Pero todo esto no alcanza a la realidad plena del ayuno: es el signo externo de una realidad interior, de nuestro esfuerzo, con la ayuda de Dios, de abstenernos del mal y de vivir el Evangelio. No ayuna verdaderamente quien no sabe nutrirse de la Palabra de Dios".
Seguidamente Benedicto XVI señaló que "el ayuno, en la tradición cristiana, está ligado más estrechamente a la limosna" y dijo que "San Gregorio Magno recordaba, en su Regla Pastoral, que el ayuno se hace santo por las virtudes que lo acompañan, sobre todo por la caridad, por cada gesto de generosidad, que da a los pobres y a los necesitados el fruto de nuestra privación".
"La Cuaresma, además, es un tiempo privilegiado para la oración. San Agustín dice que el ayuno y la limosna son 'las dos alas de la oración', que le permiten tomar más fácilmente tomar impulso para llegar hasta Dios".
"La Iglesia sabe que, por nuestra debilidad, es fatigoso hacer silencio para ponerse ante Dios, y tomar conciencia de nuestra condición de criaturas que dependen de Él y de pecadores necesitados de su amor, por esto, en Cuaresma, invita a una oración más fiel e intensa y a una prolongada meditación sobre la Palabra de Dios".
"En este camino cuaresmal -concluyó el Papa su catequesis en italiano- os invito a acoger la invitación de Cristo a seguirlo de un modo más decidido y coherente, renovando la gracia y los compromisos bautismales, para que revistiéndonos de Cristo, podamos llegar renovados a la Pascua y decir con San Pablo: 'vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí'".
En español, el Santo Padre alentó a "acoger la invitación de Cristo a seguirlo de un modo más decidido y coherente, renovando la gracia y los compromisos bautismales, para que revistiéndoos de Cristo, podáis llegar renovados a la Pascua y decir con San Pablo 'vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí'. Deseo a todos una santa Cuaresma"
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