lunes, 4 de julio de 2011

EL SI AL SEÑOR



Virgen dócil. Hazme decir “sí” a Dios en todas las circunstancias de mi vida como me ha enseñado tu ejemplo.

A través de todos los acontecimientos supiste reconocer una expresión de voluntad divina, y en cuanto esta voluntad se te manifestaba, te inclinabas ante ella con gozo, amoldándote plenamente. Cada uno de tus “Sí” brotaba de los más íntimo del alma, como una ofrenda llevada en una sonrisa oculta, porque pusiste tu felicidad en dar gusto a Dios.

Hazme comprender que ninguna palabra agrada más al Señor que este “Sí” tan simple y tan breve. Ninguna palabra tiene más valor que ésta, en que se expresa el abandono total del amor. 

Obtenme el valor de repetir este “Sí” muy a menudo a lo largo de mis horas, de repetirlo inmediatamente en las dificultades y en las pruebas, de repetirlo con todo mi corazón, sin añadir reservas, sin poner condiciones. Que toda mi vida, hasta mi muerte, sea un “Sí” alegremente ofrecido a Dios. Amén.

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