“La historia es algo muy importante para dejarla únicamente en las manos de los históricos”, escribí en febrero de 1983 en ANS. El último Capítulo General (2008) lo reconoció cuando tituló “Volver a partir de Don Bosco” en su primer núcleo de reflexión. Lo retoma ahora con mayor fuerza el Rector Mayor, el cual pide que el primer año del trienio de preparación al bicentenario del nacimiento de Don Bosco (2011-2012) sea dedicado al conocimiento de su historia (los otros dos en cambio respectivamente sobre el conocimiento de su pedagogía (2012-2013) y su espiritualidad (2013-2014).
El problema sin embargo es: ¿cuál Don Bosco? Sabiendo que de Don Bosco existen decenas de imágenes en libros, revistas, periódicos, video casetes, películas, ficción. El Rector Mayor en la presentación del Aguinaldo 2012 ha hecho su elección: “El Don Bosco de la historia y en la historia de su tiempo”, desde el momento que “el acercamiento a Don Bosco, hecho con los métodos de la búsqueda histórica, nos han llevado a comprender y medir su grandeza humana y cristiana, su genialidad operativa, sus dotes como educador, su espiritualidad, su obra, plenamente comprensible sólo si está profundamente radicada en la historia de la sociedad en la cual vivió”. A mi juicio los salesianos deberían hacer tres pasos de aquí en adelante.
Primero deberían ir de nuevo a las fuentes genuinas, seguras, es decir a los textos auténticos de Don Bosco, a sus escritos, editados por él o por sus hijos, on line o en papel. No existe dificultad en la elección, gracias también al trabajo del Instituto Histórico Salesiano: los escritos pedagógicos más importantes de Don Bosco están a disposición en edición crítica, lo mismo puede decirse de las Constituciones por él elaboradas y aprobadas por los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora, la introducción a ellas, las notas históricas de la sociedad salesiana, la situación disciplinar en Valdoco durante los años setenta y ochenta, más de la mitad de su epistolario y otros textos críticos publicados en “Investigaciones Históricas Salesianas”. En internet se pueden consultar todas las “Obras editadas” como aparecieron en su tiempo en edición facsímil.
El Rector Mayor, que en el Aguinaldo 2012 invita a leer y estudiar las Memorias del Oratorio (MO), seguramente se refiere a toda la Familia salesiana y de modo particular a los jóvenes y a cuántos quieren acercarse por primera vez a Don Bosco; no ciertamente a los Salesianos, Hijas de María Auxiliadora que de ese texto, más narrativo que histórico, más pedagógico-espiritual que autobiográfico, deberían estar ya fascinados en su tiempo (así como hoy los espectadores de los modernos productos televisivos de fácil uso).
Demasiado frecuente se olvida que la maravillosa historia de la infancia de Don Bosco, de su juventud, de sus primeras experiencias apostólicas en Valdoco no son todo Don Bosco, al contrario; tanto más que Don Chávez invita a “conocerlo como educador y pastor, fundador, guía y legislador”. Entonces no podemos olvidar temáticas ausentes en las Memorias del Oratorio: el Don Bosco real y no ideal de Valdoco, la construcción de la iglesia de María Auxiliadora y el “Fenómeno Mariano”, que sigue, el proyecto y la fundación de la sociedad salesiana, el Instituto de las FMA, la Asociación de Cooperadores, la colegialización y la difusión de la Obra Salesiana, la realización del sueño misionero (que ni siquiera se nombra en las Constituciones aprobadas un mes antes), la serie de publicaciones editoriales de carácter educativo-religioso y escolástico-cultural; y todavía el Don Bosco que va más allá de la “política del Padre nuestro” en Italia y Argentina, sus relaciones con los papas, la Santa Sede, los obispos, la idea y la publicación del Boletín Salesiano, la formación de los colaboradores, la búsqueda de recursos económicos, las vocaciones… Un dinamismo impresionante que identifica la obra salesiana, y que Don Bosco “actualiza” constantemente.
Pero hay un segundo paso por hacer: es aquél de ir a las fuentes – también las más seguras y válidas- en el sentido de superar cuánto presentan a primera vista, no una lectura epidérmica y banal. De Don Bosco es necesario conocer las ideas y las estructuras mentales, los valores propios o adquiridos, el lenguaje escrito y hablado, el modo de actuar y de reaccionar… La lectura teológica de las fuentes se amplía con la social, económica y política. Lo sobrenatural debe “tener en cuenta” los elementos y factores naturales. Don Bosco no es una “isla” en el mar de su tiempo. En este sentido nos ayudan los estudios de los históricos, que gracias a Dios no han faltado en los últimos cuarenta años, cada uno con su modo particular de acercarse a las fuentes. Me limito a indicar dos volúmenes, los de Pietro Braido (Don Bosco sacerdote de los jóvenes en el siglo de las libertades, Roma, LAS 20093) traducidos a varias lenguas, que recogen lo mejor de los estudios anteriores, afronta todos los aspectos de la situación histórica y la personalidad de Don Bosco, ofrece amplias citas de sus textos más importantes. Cada uno de los capítulos facilita la profundización, gracias a la rica bibliografía que no ha pasado por alto la advertencia del León XIII: “Veritas non indiget mendaciis nostris”, y también: “Primam esse historiae legem, ne quid falsi dicere audeat, deinde ne quid veri non audeat”.
El tercer paso es leer los temas del Don Bosco histórico, de cualquier carácter (religioso, moral, dogmático, político, cultural, económico...) con referencia a análogas problemáticas y hechos recientes, donde puedan ser útiles a nuestro presente. El Rector Mayor en su Aguinaldo dedica una atenta reflexión: “La imagen de Don Bosco y de su acción debe ser reconstruida seriamente, a partir de nuestro horizonte cultural: desde la complejidad de la vida de hoy, de la globalización, de las dificultades de apostolado, desde la disminución de las vocaciones, del “interrogante en cuestión” sobre la vida consagrada”.
El carisma, para usar un término polivalente, debe ser “reinterpretado” para que no permanezca como un “fósil precioso”. Las “preguntas” de la comunidad salesiana, de la comunidad eclesial, del contexto socio-cultural no pueden ser considerados como algo “extraño” a la historia Don Bosco. En este punto se comprende que no se trata de estudiar sólo el fundador, sino también los “hijos”, o sea la tradición. Se puede decir que es la tradición la que ayuda a identificar y a explicar en lenguaje actual un “núcleo” de valor constante dentro de los conceptos “históricos”, siempre sujetos a los ambientes socio culturales que los ha creado. El saber cómo nuestro pasado ha hecho suyas las inspiraciones de Don Bosco, cómo ha asumido sus motivaciones y decisiones, cómo respondió a las necesidades juveniles de su tiempo, nos ayuda a entrar en el llamado “círculo hermenéutico”. Entonces la historiografía salesiana local, la historia de las Inspectorías, de las casas, de cada uno de hermanos, de su obra educativa tienen su peso. Para América Latina el Instituto histórico ha publicado varias e importantes fuentes, como los epistolarios del padre Bodrato, el padre Tomaris, el padre Lasagna, las relaciones de la visita del padre Albera a las Américas en el inicio del siglo XX y otros textos de las misiones salesianas….
Lo histórico, cuando ha comprendido, indicado y explicado el contexto, los eventos, las causas y consecuencias, ha concluido su tarea. En este punto, después de la interpretación “histórica” debe seguir la “existencial”, aquella que como ejemplo debe afrontar los cinco puntos de referencia y trabajos prácticos sugeridos por el Rector Mayor en el Aguinaldo del próximo año. Esta es obra de todos, o sea de teólogos, espiritualistas, pedagogos, expertos de ciencias humanas, históricos, Capítulos Generales, Rector Mayor, cada hermano, hombres de Dios… Ninguno está excluso: Salesianos, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores, Exalumnos, grupos y miembros de la Familia salesiana. Y vale para los estudios, las reflexiones y opciones no sólo de este primer año, sino de todo el trienio preparatorio al evento del 2015.
Francesco Motto